- ¡¡Kera!! Llamo una voz entre el fondo del gentío que bajaba del tren.
Kera se dio la vuelta y vio quien la llamaba, era el tipo del tren, Snape. Kera no se paró a esperarle, dio media vuelta y comenzó a andar en dirección a la salida de la estación. De repente una mano agarro su brazo, Kera sabía perfectamente quien era, pero aun así no se detuvo.
- Pensé que al marcharse del compartimento no querría volver a hablar conmigo. Dijo la chica sin mirar a su acompañante.
- Al principio lo pensé. Dijo chascando la lengua. – Pero luego pensé que no sabrías como llegar a Hogwarts tu sola.
- ¿Qué pasa, cree a caso que soy una inútil? Dijo la muchacha enfadada.
- No, pero esta es una ciudad nueva. ¿Cómo piensa ir hasta Hogwarts usted sola?
Kera se paró en seco y pensó: - Es cierto, no conozco la ciudad, y además no puedo preguntar a nadie, al fin y al cabo los muggles no conocen la existencia de la magia.
- Creo que lo mejor será que nos alojemos y descansemos, mañana te puedo acompañar a comprar el material, y pasado mañana te acompañare a King Cross para que cojas es expreso que te llevara a Hogwarts.
- No me disgusta la idea, pero, ¿dónde nos vamos a alojar? Y lo más importante ¿dónde voy a comprar el material? Pregunto la chica con curiosidad. – Es que a mí me enviaban las cosas por correspondencia.
- Por eso no te preocupes yo me encargo de todo.
Finalmente Severus la guio hasta el Caldero Chorreante, la explico que era un bar para magos, y que desde la salida trasera se llegaba hasta el Callejón Diagón, un pequeño barrio para que los magos comprasen sus cosas.
Durante la cena Kera estuvo muy atenta a las explicaciones e indicaciones que le dio el profesor, además no volvieron a discutir.
Cuando el reloj marco la una ambos se fueron a descansar a sus respectivos dormitorios.
- Mañana te despertare sobre las 10, será un día largo, hay muchas cosas que comprar.
- ¿Tan pronto? Dijo la chica refunfuñando. – Bueno, si no hay más remedio… Que descanse bien Señor Snape.
- Igualmente Dubronik.
A la mañana siguiente alguien golpeo a la puerta, pero Kera no respondió, estaba tan agotada del día anterior que decidió hacerse de rogar, pero Snape no era de los que esperaba, pidió una llave y entro en el dormitorio de la chica.
Descorrió la cortina y dejo que la claridad del día fuese despertando a la muchacha, pero está en vez de despertarse, se dio media vuelta y se tapo con el edredón por encima de la cabeza.
- Kera, levanta, se va a hacer tarde. Dijo Severus balanceando el hombro de la muchacha y destapándola.
- No, no quiero, tengo sueño, necesito dormir. Contesto esta sin abrir los ojos y buscando a ciegas el edredón.
Severus mando subir el desayuno de ambos a la habitación, y comenzó a acercar el café a la nariz de la chica con el propósito de que esta se desperezase de una vez.
Y por su puesto dio resultado, Kera comenzó a abrir lentamente los ojos y vio a Snape arrodillado junto a la cama con la taza de café cerca de la muchacha.
- Eso no vale. Dijo regruñendo a la vez que se incorporaba en la cama y comenzaba a tomar el humeante y delicioso café.
- Anda desayuna y vístete. Dijo con una media sonrisa, bastante dulce.
Al cabo de unos minutos Kera había terminado de desayunar y se había metido en el baño para cambiarse.
Snape se quedo mirándola como tonto, Kera estaba muy guapa, llevaba un vestido negro y unas zapatillas que iban a juego con el vestido. Snape se miro su indumentaria, la típica túnica negra.
- ¿Qué pasa, acaso estoy mal peinada?
- ¿Cómo? No, no es eso estaba pensando. Dijo nervioso el profesor.
Kera salió por la puerta con el profesor detrás dejando en un leve susurro una frase que el profesor oyó a la perfección. – Si, seguro que era eso.
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